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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLa “chenilla” es una mezcla de tejidos con cierto brillo y muy suave al tacto, sobre todo cuando se opta por telas que tienen un acabado aterciopelado. Esta conocida felpa está constituida por un hilado que puede sustentarse en varias fibras, pero las más comunes son el algodón, el poliéster y la viscosa. A nivel de tapicerías es muy apreciada por su resistencia y por los matices de color que provoca el reflejo de la luz en ella.
Confortable y elegante, ha sido el tejido estrella de sofás, cortinas y cubrecamas desde su creación en la Francia del siglo XVIII, y la gran producción comercial en la década de los 70 (su época dorada) llevó su uso a la moda. Sin embargo estos últimos años ha estado relegada en favor de otros materiales 100% naturales como el lino o el terciopelo; sabemos que las tendencias fluctúan y actualmente la chenilla regresa con fuerza por su durabilidad, su amplia gama de colores y su acabado suntuoso, un plus muy apreciado entre los interioristas de cabecera.
¿Y qué proponen los profesionales para encajar clásicas tapicerías de chenilla en salones contemporáneos? La clave reside en abrigar los espacios con diferentes planos de color o textura para ganar profundidad, de manera que este tejido se presenta junto a mesas elementales de cristal y metal, lámparas de gran pantalla y sillones que se revisten a juego con los cojines del sofá. Todo va marcando la perspectiva hacia los ventanales y la luz que accede por detrás potencia el brillo de la chenilla y su reflejo en el sobre acristalado de la mesa, en un “todo lo que va, vuelve”.
Aparte de los socorridos tonos tierra y grises, destacan las tapicerías lisas para sofás en tonos con mucha prestancia, por ejemplo verdes, morados y cobrizos como el tan de moda Marsala. Los cojines, siempre estampados en este caso, pueden revestirse también en chenilla o contrastar materiales a base de sedas, cretonas o damascos.
La chenilla se ha aplicado mucho en amplias cortinas con empaque por su magnífica caída y porque apenas se arruga; pero curiosamente ahora se confeccionan cada vez más modelos al ras de la ventana sustituyendo a los sencillos estores enrollables. De doble hoja y colores tenues que permiten pasar la luz, estos nuevos tejidos semi-acrílicos vienen preparados a la medida y sirven para decorar con sutileza y candidez estancias más livianas, como la cocina, el despacho o el dormitorio de invitados.
Incluso se comercializan cortinas infantiles de chenilla con los personajes preferidos de nuestros hijos, combinables con visillos dependiendo del momento del día. Si nos gusta el empaque que aporta este tejido pero no tenemos intención de cambiarles la cortina a los niños en las estaciones más calurosas, es preferible apostar por modelos de algodón y reservar la chenilla a delicados detalles en bandós, lazos o guardapaños.
También se aprecia un regreso de los tejidos tipo chenilla en los dormitorios: Por ejemplo en renovados cabeceros de tono oscuro que funcionan como punto focal, divididos en módulos verticales que ya vienen tapizados de forma independiente, o en una sola pieza revestida y abotonada de espíritu pop y detalles en flúor.
Las mantas y cubrecamas de chenilla deciden obviar el tradicional acabado aterciopelado en favor de diseños mate, en espiga, pata de gallo o motivos en falso patchwork; son tejidos igualmente amorosos pero más frescos y desenfadados, perfectos para la temporada primaveral que se avecina.
Una de las principales novedades respecto a complementos textiles en chenilla son los caminos de mesa, propuestas de estética llamativa y elaboradas con motivos geométricos, abstractos o diseños de estilo navajo (otro “must”). Se presentan sobre mesas rústicas de madera natural, mármol o piezas en laca brillo y destacan por ser más anchos de lo habitual.
Para finalizar, analicemos la evolución en cuanto a alfombras: La típica chenilla de largos nudos y cierto grosor se mezcla ahora con yute en finos kelims de carácter tecnológico, fácil limpieza y sencillez de diseños. Inspiración zen en colores neutros, adaptables a distintos tamaños o en formato moqueta, que convertirán el suelo en la superficie más deseada para nuestros pies. Pisando firme, pero ligero y sedoso.
Fuente: Bezzia
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